Visita a la Residencia del Pino
Un grupo de alumnos de 5º, han visitado la Residencia
del Pino, acompañados de su tutora, Sandra López, y de Antonio, responsable de pastoral de su clase. Allí, acompañaron a los ancianos y aprendieron de su sabiduría y experiencia de vida y contagiaron de su ánimo e ilusión a los residentes. Fue una jornada enriquecedora para ambas partes y como muestra publicamos alguno de los testimonios de los alumnos.
Más tarde, cuando terminó esta breve charla, la clase se dividió en grupos para subir a las plantas y acompañar los ancianos al teatro. Conocíamos a Juan y a Zula, que habían estado de visita en el colegio.
Cuando estábamos todos reunidos, empezaron las actuaciones. Todas estuvieron muy bien y después nos dijeron que había un examen de Religión. Consistía en averiguar un trozo de la vida de dos de los ancianos que estaban allí. Así que empezamos a preguntar. Yo conocí a un señor que había sido militar y le gustaba el fútbol. Otro anciano jugaba al fútbol de pequeño con un calcetín lleno de piedrecitas. Me quedé asombrado y le volví a preguntar lo mismo para asegurarme y me contestó igual. Después nos despedimos con todo el cariño posible y regresamos al colegio. Estoy deseando volver otro día para estar con ellos.”
Mario Estany
“Hoy en la residencia del Pino he vivido una experiencia muy bonita. Al principio estaba bastante nerviosa por lo que me iba a encontrar. Primero nos recibieron en la primera planta donde se hallaba la cafetería y una sala de estar, donde la mayoría de las personas guardaban silencio. En la segunda planta había habitaciones, pero no las vimos porque teníamos que ir hacia una especie de pequeño teatro a que nos dieran una charla sobre la Residencia. Más tarde, nos dividimos en grupos para ir a por los ancianos.
Mi grupo llevó a varios ancianos. Por ejemplo, yo llevé a una señora llamada Soledad. Después de llevarlos hacia la sala, hicimos varias actuaciones. Poesías, obras de teatro, canciones… Entonces nos dijeron que teníamos que preguntarles a dos ancianos sobre su vida. Me impactó mucho una señora llamada Matilda, y que se acordaba de todo. Al final le dimos un beso y un abrazo a cada uno. Cuando fui pasando entre ellos se me erizó la piel por despedirme de esos ancianos con los que habíamos pasado un rato muy agradable. Ese amor que ellos tienen no se puede comparar con nada, ni se puede comprar con nada. Eso lo recordaré siempre.”
Marta Suárez
“Cuando llegamos, estaba muy emocionada por ayudar. Después, nos explicaron un poco cómo iba todo. Los animadores socio sanitarios nos dijeron que estar con los ancianos y atenderles con cariño era su máxima felicidad. Eso me sorprendió mucho. Más tarde fuimos a llevar a los ancianos con las sillas de rueda. Me puse a preguntarle cosas al que me tocó, y él me respondía con entusiasmo. Después hicimos varias actuaciones. Los ancianitos parecían muy interesados y valoraron mucho lo que hacíamos. Me quedé asombrada, porque éramos nosotros los que deberíamos estar agradecidos. Cuando nos marchamos, estaba muy alegre de ver las caras sonrientes de los viejitos. Lo que he aprendido es que no hay que juzgar a nadie por lo que se ve a simple vista, que hay que acoger a todos como uno más, y que todos ellos tienen un gran corazón. Nada más mirarnos se les dibujaba una sonrisa preciosa en la cara y siempre se interesaban por nosotros. Además, ellos sólo piden que se les trate con el respeto que se merecen. Con nosotros se portaron de maravilla y nos hablaron de todo tipo de cosas.”
Sira Cazorla
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