Pastoral4 de abril de 2019

Segundo y tercer día en Níjar

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Estos dos primeros días de talleres y trabajo, también conocidos como “los días de choque”, nos encontramos de frente con la realidad y con lo que nos encontraremos esta semana: VIDA. Vida de personas que no tienen la inmensa suerte que tenemos nosotros, y aún así, llevan como mástil de su barco la felicidad. Nos hemos acercado a estas personas a través de las distintas actividades que desarrollan las Hermanas Mercedarias en Níjar. Una de ellas, y la más impactante y satisfactoria para  todos nosotros ha sido la escuela. En ella ayudamos a la hermana Encarna, desempeñando el papel de profesores y enseñando nuestro idioma, de diferentes maneras y a diferentes niveles. Ha sido muy gratificante ver cómo poco a poco consiguen aprender a leer y a escribir, y nos hemos emocionado mucho cuando venían a darnos las gracias.


Otra de las actividades ha sido el trabajo en el almacén. Junto con la hermana Araceli hemos preparado bolsas de comida para posteriormente dárselas a todos aquellos que venían con necesidades. Es impresionante ver el nivel de necesidad de algunas personas, y lo duro que es un día a día como ese. Hemos trabajado al máximo para poder atender al mayor número de personas posible.


Otra de nuestras actividades de estos días ha sido en el taller. En el taller se realizan varios artículos de artesanía (pulseras, patchwork…). Allí las personas que acuden junto con la hermana Francisca desarrollan habilidades, aprovechan para encontrarse y sobre todo participan de un espacio en el que se les valoran por lo que son. Nos ha servido mucho para conocer a las personas que realizan esta actividad y para hacer grupo entre nosotros. No pudimos terminar el día de mejor forma: ¡un partido internacional de fútbol! Jugamos con españoles, marroquíes, ghaneses… Un momento único que compartimos entre todos pasando un buen rato acompañados del deporte que al final y al cabo es un “idioma” internacional.


Asombra tanto saber que, tras muchos años escuchando las charlas de experiencias anteriores, estando presente siempre esas ganas de que llegue el momento, dispuestos a ayudar…descubres que no. Que eres tú el que vas a ser ayudado por estas personas. Muchas veces no somos capaces de entregar ni un minuto del día a los demás. Ójala durante esos siete días podemos aprender a aportar todos esos sesenta segundos siempre que haga falta.

    

 

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