Tamaraceite13 de septiembre de 2015

LOS MISIONEROS CLARETIANOS CON EL PAPA

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Los Misioneros Claretianos, que participan en el XXV Capítulo General, fueron recibidos por el Papa Francisco en la sala del “Consistorio” del Vaticano.

El Superior General, P. Mathew Vattamattam, CMF, al principio de la audiencia, dirigió un saludo al Santo Padre manifestándole la cercanía y apoyo de la Congregación en la Misión de la iglesia. La Misión claretiana, subrayó, hoy hace énfasis en las claves de salida y cercanía. Al final del mensaje, le pidió la bendición para la Congregación acompañada por una palabra iluminadora.

La respuesta del Papa Francisco fue clara y generosa y con un tono festivo y familiar:

 “He preparado un discurso pero, yo prefiero decir lo que me venga… A mí se me ocurre decirles tres palabras pensando en lo que los conozco. Además Dios me bendijo teniendo amistad con alguno de ustedes. Yo les diría tres palabras que les pueden servir: adorar, caminar y acompañar.

Adorar. Nosotros en el mundo de la eficiencia hemos perdido el sentido de la adoración En esta etapa hagan un esfuerzo por crecer en este modo de oración: la adoración. Adoren, adoren a Dios. Es una carencia de la Iglesia en este momento, por falta de pedagogía Adorar: “a Él sólo adorarás”. Ese “perder tiempo” ante Él sin pedir, sin agradecer, incluso sin alabar, solamente adorar, con el alma postrada. No sé por qué siento decirles esto, pero siento que se los debo decir, me sale de adentro.

Caminar: Caminar es abrir fronteras, salir, abrir puertas, buscar caminos. Caminar. No estar sentados. No instalarse, en el mal sentido de la palabra Caminar como caminó Dios, que se hizo compañero del camino, incluso haciéndose cargo de los pecados y perdonando. Caminar con ese deseo de llegar algún día a contemplarlo a Él… Caminar, caminar.

Acompañar. O sea, no caminar solo, porque es medio aburrido, sino acompañar  como Jesús con los que se escapaban de Jerusalén a Emaús: se les puso al lado y acompañó, acompañó todo un proceso, hasta que ese corazón frío se volvió a calentar y ardía... Acompañar los momentos de alegría, acompañar la felicidad de los matrimonios, de las familias. Acompañar los momentos duros, los momentos de cruz, los momentos de pecado. Jesús no le tenía miedo a los pecadores, los buscaba Acompañar tantos deseos que el Señor siembra en el corazón, dejarlos que crezcan bien.

Me vino decirles esto: Adorar, caminar y acompañar Se los dejo en sus manos. Y como María es la Madre que los cuida, los invito a rezar juntos un Ave María. Los bendiga Dios Todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.

A continuación, y para finalizar el acto, el Papa quiso saludar uno por uno a todos y cada uno de los miembros del XXV Capítulo General.

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