Nuestro último día de estancia en Tánger ha sido tan intenso y rico como los demás. Nos ha acompañado una fuerte lluvia, que nos ha impedido hacer el paseo cotidiano con los residentes de Cruz Blanca. A cambio, fuimos obsequiados con un exquisito cuscús que hizo las delicias de todos. Por la tarde conocimos la experiencia de las Religiosas de Jesús y María, que dedican su labor a la asistencia a niñas abandonadas. Preciosa familia con un grupo de niñas de un pasado lleno de heridas profundas. Nuestra última visita fue al dispensario de Cruz Blanca, donde atienden de forma gratuita a los más pobres. Excepcional despliegue de entrega generosa e incondicional. Un magnífico regalo para el corazón que nos ilumina y anima a adoptar un estilo de vida en el que tengan cabida sobre todo los más desfavorecidos. Regresamos contentos por lo aprendido, pero también cuestionados e inquietos por los retos que nos aguardan.