Ayudar nos hace más humanos. Paula Barrio, 4ºC.
Siguiendo un llamamiento de la parroquia Corazón de María, la semana pasada se recolectó ropa y alimentos para los refugiados. Gracias a las redes sociales, el anuncio se extendió en seguida por toda la isla y se produjo un movimiento asombroso de solidaridad a favor de esas personas en necesidad. Yo también tuve la suerte de ayudar en la parroquia, aprovechando la clase de Religión. Al principio, no comprendía el significado de lo que estaba haciendo, porque tenía la espalda fastidiada y me costaba llevar las bolsas de ropa, pero al tercer viaje me di cuenta de qué se trataba, y empecé a hacerlo con muchas ganas. Poco después me pusieron a formar cajas para ir metiendo comida y me dio mucha alegría pensar que ese pequeño gesto significaba tanto para muchas personas. Después de un rato, nos tocó separar la ropa entre prendas para hombres, mujeres, niños y complementos. Ese fue el trabajo que más me gustó, porque con cada prenda me imaginaba a una persona entregándosela a un refugiado y su sonrisa, posible gracias a nuestra solidaridad. Cuando llegué a mi casa y le conté la experiencia del día a mi madre, me emocioné mucho porque pensaba en aquellos niños que no podrían volver a casa porque la habían perdido, o no tenían madre a quien contarle nada.
Al día siguiente cuando llegué a clase, fue una de las primeras veces que, sinceramente, me alegraba y daba gracias de estar en el colegio por poder ayudar a otras personas y al pensar que si hubiera nacido en otra parte del mundo, probablemente no tendría nada de lo que tengo ahora. A la hora de regresar a casa, nos pidieron un último esfuerzo de trasladar bolsas de ropa, y aunque tenía un poco de prisa por el entrenamiento, hice tres viajes porque no había nada más importante en aquel momento que ayudar a los que más lo necesitan.
Si nos paramos a pensar, vemos que estos días nos hemos sentido muy humanos, pero si le damos vueltas, la verdad es que bien poco es lo que hemos podido aportar en medio de toda esta tragedia y horror. Parece mentira que viviendo con los recursos y conocimientos de nuestra sociedad, no hayamos sido capaces de evitar esta catástrofe, que puede acabar provocando la aniquilación de tantos seres humanos. Espero que no sea así, y los causantes se percaten de que hay otras formas de convivir que no implican destrucción ni violencia, sino solidaridad fraterna. Dios quiera que sea así.
Paula Barrio García 4º ESO C
Otras noticias
4 de diciembre de 2024
Salidas profesionales 2º de Bachillerato
25 de noviembre de 2024