La diferencia entre oír y escuchar. Tenerife. Día 1
Ya desde la oración de la mañana comenzamos a entender la importancia de la escucha. Dejamos atrás el ruido de las preocupaciones habituales, que normalmente solo nos permiten oír, para tratar de afinar el oído a los pequeños detalles, realmente importantes.
Tomamos un desayuno variado, esto nos hace ver lo fundamental de escucharnos para conocer los gustos de cada uno, y de esta forma ahorrar tiempo en los días posteriores, en los que el trabajo será intenso.
Durante la mañana nos acercamos a la casa central de la Cruz Blanca en La Laguna, donde compartimos con los residentes una eucaristía, para entonces visitar las instalaciones. Nos llamó la atención la cercanía que nos mostraron tanto los usuarios de la institución, como los trabajadores, haciéndonos ver la realidad del día a día y su convivencia como una oportunidad de mejorar las condiciones de vida de algunas personas, que en otro caso tendrían una vida más difícil. De la experiencia destacamos el testimonio del hermano superior de la comunidad, que en palabras textuales nos dijo “No quiero caras de pena aquí, estas personas presentan estas circunstancias de vida, y tienen la suerte de vivir en un sitio donde se les quiere y se les cuida bien, esto es motivo de alegría”. Sabíamos que esta realidad estaba ahí, pero nunca la habíamos “escuchado” de esta forma.
Por la tarde trabajamos algunas dinámicas para conocernos mejor. Primero en sesiones cortas de dos minutos hablando en parejas sobre algunos temas concretos, lo que nos llevó aprender no solo aspectos de los demás, sino de nosotros mismos. Entonces para terminar, pasamos a tratar varias temáticas de actualidad, posicionándonos a partir de nuestras ideas y debatiéndolas en grupo, respetando las posturas de los demás y sintiéndonos libres de expresar nuestro punto de vista.
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