No hace falta tener mucho para ser feliz

 

Después de unas largas horas de viaje, llegamos a nuestro esperado destino, Alcuéscar. Llenos de ilusión nos distribuimos en las habitaciones y realizamos distintas dinámicas de grupo para conocernos mejor.

 

Al día siguiente, después de la oración de la mañana, fuimos a buscar a algunos residentes para compartir con ellos la Eucaristía. Al salir, nos dirigimos hacia la Casa de la Misericordia, donde viven los residentes, para seguir conociendo a los residentes mientras veíamos juntos el exitoso (nótese la ironía) partido de la UD Las Palmas. Más adelante, almorzamos una paella deliciosa y, seguidamente, fuimos a dar un agradable paseo hasta la ermita de la Virgen de Fátima, situada en un monte desde el que apreciamos una panorámica de Alcuéscar.

 

Al terminar el paseo, pasamos el resto de la tarde con los residentes hasta la hora de hacer una divertida dinámica de grupo. Después, cenamos y, a continuación, nos dispondremos a vivir la oración de la noche. Posteriormente, nos iremos a dormir para comenzar así la semana con fuerza. ¡Buenas noches!

 

“De los diamantes no nace nada; del estiércol salen flores”

 

Gabriel Carballo Artiles

Clara Gutiérrez Moreno