Tras varios días en el que el Sol reinó casi inexplicablemente para una transición marzo-abril lagunera, hoy hizo un día muy lluvioso. El chaparrón comenzó fuera de la capilla en la que celebramos la oración de la mañana, donde cada uno en un corazón de papel plasmó una acción concreta a realizar durante el día de hoy desde el amor.
Hemos seguido adaptándonos a las instituciones donde aportando nuestro granito de arena, nos estamos dando cuenta del valor de las personas que están dedicando su vida a los necesitados, con momentos regados de felicidad y agradecimiento. Aprendemos además aspectos prácticos como alimentar a una persona haciendo uso de una sonda, o usar una grúa móvil para poder trasladar a una persona de su silla de ruedas a su cama. Estos instantes nos brindan tanto a nosotros como a ellos una alegría plena que conservamos ya en nuestro interior.
Al terminar la jornada de la mañana, compartimos un almuerzo guarecidos de la lluvia en una zona cercana a nuestro destino de la tarde: el convento de clausura de las monjas clarisas en La Laguna. Allí aprendimos cómo viven las monjas a nivel espiritual en su día a día de forma práctica a partir del testimonio de una clarisa, además de visitar el museo de arte sacro situado en el mismo convento.

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