Alcuescar 2015. Día 5. Morir para vivir
Hoy el día amanece con el fallecimiento de un residente: Pedro Paniagua. No le conocimos porque estaba ingresado en el hospital cuando llegamos pero nos sorprende lo querido que ha sido y cómo la Casa de la Misericordia se ha convertido en su hogar, su familia. Un vida rota donde ‘el amor’ le reconcilia y le hace creer. Así lo explicó el hermano en el funeral que animamos con cantos, donde todos: trabajadores, hermanos y residentes quisimos acompañarle.
A su vez, durante la mañana, nos fuimos de paseo con un grupo de residentes al mercadillo de Alcuéscar y por la tarde hemos comenzado a preparar una fiesta de agradecimiento para mañana con mucha ilusión.
Terminamos el día escribiendo una carta en clima de oración, haciendo síntesis de la experiencia, dando gracias por nuestra Iglesia, por tantos cristianos que dan su VIDA y la entregan por y para los pobres.
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