Hoy ha sido nuestro primer día de contacto directo con las personas a las que hemos venido a ayudar. Comenzamos la mañana con la oración y celebrando la misa con las monjas de Teresa de Calcuta. Con ilusión fuimos a los respectivos lugares de trabajo, donde nos han acogido con tanto cariño. Nos ha sorprendido la cantidad de niños que duermen en las aceras y mendigos por las calles. Ha sido un día de muchas sensaciones, miedos, nervios, incertidumbre y más de una lágrima de emoción al ver esta realidad sufriente, a estas personas que entregan su vida por el evangelio y el servicio a los más desfavorecidos. Tal vez la Iglesia que nunca saldrá en un Telediario.

Por la tarde, bajo una fuerte lluvia y cansados, volvíamos al Hogar con el olor de haber servido y amado, de habernos dejado tocar por Dios en los pobres. Los responsables del Hogar Lerchundi nos contaron la labor que aquí realizan y su experiencia personal, que a nadie dejó indiferente. La jornada acabó con un entrañable rato de oración, donde compartimos lo vivido, y después la cena amenizada con muchas risas, fruto del buen ambiente del grupo.

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